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El libro Negro de la Nueva izquierda: ideología de género o subversión cultural.

15 Ago

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“La revolución verdadera no es la Revolución en la calle,

es la manera de pensar revolucionaria” (Charles Maurras)[1].

“No hay dicotomía entre diálogo y acción revolucionaria.

No hay una etapa para el diálogo y otra para la revolución.

Al contrario, el diálogo es la esencia misma

de la acción revolucionaria” (Paulo Freyre)[2].

 

 

Acabo de terminar de leer el nuevo libro de Nicolás Márquez y Agustín Laje (El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural, Libre-Grupo Unión, Buenos Aires 2016, 285 pp.) y agradezco su envío a los autores.

Debo decir, en primer lugar, que no sólo ha sido un placer leerlo, sino que me ha resultado una fuente de citas imprescindibles para quien desee adentrarse un poco en temas tan variados y complejos como son “ideología de género”, “homosexualidad”, “teoría queer”, “pedofilia” y abortos varios, entre otras cosas.

“Una gozada” (como dicen en España) el poder analizar una obra seria que muestra cómo lahegemonía intentada antiguamente por la izquierda, ha pasado ahora de manos proletarias a la de los nuevos grupos minoritarios y “oprimidos” por la sociedad patriarcal, que son usados profilácticamente por la izquierda en vistas de la nueva revolución cultural.

El libro tiene dos partes: una escrita por Agustín Laje, politólogo y de muy buena pluma, donde se narran los orígenes filosóficos de la ideología del género, la corriente queer y el feminismo, explorando la íntima relación que existe entre éstas y el pensamiento posmoderno. Para ello, va deshojando a los autores contemporáneos de izquierda más renombrados, haciéndolos hablar a ellos y comentando sutilmente la consecuencia de sus juicios. En la segunda parte de la obra, de tono más irónico pero no por ello menos seria, Márquez analiza el uso de la homosexualidad y el aborto por parte de un neomarxismo que, sin escrúpulos de caer en un gatopardismo craso, hace uso y desuso de las prácticas anti-naturales para seguir teniendo adeptos funcionales a sus fines revolucionarios.

De notable valor resultan las citas traídas donde los autores neomarxistas pro-homosexuales, defienden la pedofilia como un derecho humano más.

El éxito comercial, hasta el momento, ha sido rotundo y, quienes más parecen haberlo propiciado han sido justamente sus detractores, al tildar a sus autores -como era de esperar- de fachistas, homofóbicos y de cuanto neologismo progre uno imagine.

En cuanto a la cosmovisión de Márquez y Laje, aunque ambos se declaren “liberales”, debo decir que, sacando algunas frases menores claramente discutibles[3], su “liberalismo” es al actual, como el protestantismo de Bach, al de un pastor de la Iglesia “pare de sufrir”…

Con el fin de compartir un poco lo leído, dejo aquí un extenso catálogo de citas para que puedan darse una idea del contenido.

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

El libro en formato físico puede adquirirse aquí. Y en formato digital, aquí.

 


La revolución comienza en el intelecto antes que la de las calles

 

«Toda revolu­ción —anota Gramsci— ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas a través de agregados humanos al principio refractarios y sólo atentos a resolver día a día, hora por hora, y para ellos mismos su problema económico y político, sin vínculos de solidaridad con los demás que se encontra­ban en las mismas condiciones»[4].

 

El cambio de paradigma revolucionario

 

«Para Lenin la revolución había de ser violenta y ésta implicaba tomar por fuerza el Estado, imponer la “dictadura del proletariado”, abolir la propiedad privada, destruir el Ejército y la burocracia, haciendo desaparecer a la postre el Estado mismo ¿Y qué propone Gramsci? Pues que el Estado puede ser permeado desde la sociedad civil y que, en todo caso, su destrucción como “organismo al servicio de la clase dominante” no se agota en la destrucción del Ejército y de la burocracia al modo que Lenin propo­nía, sino fundamentalmente en la destrucción de la “concepción del mundo” que produce y reproduce el Estado para el mantenimiento de suhegemonía cultural, y su reemplazo por una nueva»[5].

 

Es necesario crear nuevos “paradigmas culturales”

 

«“Cuando la creación de una nueva cultura es apropiada pero se la ve frenada por un ‘residuo’ cultural interiorizado es preci­so expulsar este residuo por medios culturales. La acción cultural y la revolución cultural constituyen, en diferentes momentos, los mo­dos apropiados para esta expulsión”»[6].

Necesidad de fabricar nuevos discursos dialécticos

 

«El proletariado ya no es el sujeto revolucionario privilegiado en ningún sentido posible; la clase obrera en Laclau no tiene siquie­ra privilegios en una estrategia hegemónica como en la teoría gram­sciana. Pero además de ello, tampoco hay ningún sentido en buscar otro sujeto privilegiado, como aconteció en la década del ’60 en la cual se discutió, a partir especialmente de los teóricos de la Escuela de Frankfurt, si el privilegio de la historia pasaba por los jóvenes, las mujeres, etcétera. Contra el intento desesperado por descubrir nue­vos sujetos para la revolución anticapitalista, Laclau y Mouffe ponen el acento en la construcción discursiva de los sujetos. ¿Qué significa esto? Pues que los discursos ideológicos pueden dar origen a nuevos agentes de la revolución (el discurso tiene carácter performativo, diría el filósofo del lenguaje John Austin). Simplificando un poco: hay que fabricar y difundir relatos que vayan generando conflictos funcionales a la causa de la izquierda»[7].

 

La nueva izquierda debe aglomerar nuevos conflictos

 

«Pongamos un ejemplo para aclarar la idea: un grupo de trabajado­res mantiene demandas particulares como, por ejemplo, la necesidad de un aumento salarial; grupos de mujeres, por otra parte, constru­yen demandas de protección para el sexo femenino frente a los casos de violencia contra la mujer; grupos indígenas, por su lado, reclaman porciones de tierras basándose en supuestas posesiones de sus ante­pasados remotos. Estas demandas, separadamente, carecen de fuerza hegemónica. Pero la izquierda tiene la misión de instituir un discurso que, sobre un terreno de conflicto mayor, articule estas fuerzas en un proceso hegemónico que las haga equivalentes frente a un enemigo común: el capitalismo liberal. Es decir, la izquierda debe crear una ideología en la cual estas fuerzas puedan identificarse y unirse en una causa común; la nueva izquierda debe ser el pegamento que unifique, invente y potencie a todos los pequeños conflictos sociales, aunque estos no revistan naturaleza económica»[8].

Es necesario copar la democracia: Laclau y Mouffe

 

«“Es evidente que no se trata de romper con la ideología liberal democrática sino al contrario, de profundizar el momento democrático de la misma, al punto de hacer romper al liberalismo su articulación con el individualismo posesivo. La tarea de la izquierda no puede por tanto consistir en renegar de la ideología liberal democrática sino al contrario, en profundizarla y expandirla en la dirección de una democracia radicalizada y plural (…). No es en el abandono del terreno democrático sino, al contrario, en la extensión del campo de las luchas democráticas al conjunto de la sociedad civil y del Estado, donde reside la posibilidad de una estrategia hegemónica de izquierda”»[9].

«“El término poco satisfactorio de ‘nuevos movimientos sociales’ — escriben los autores— amalgama una serie de luchas muy diversas: urbanas, ecológicas, antiautoritarias, antiinstitucionales, feministas, antirracistas, de minorías étnicas, regionales o sexuales (…). Lo que nos interesa de estos nuevos movimientos sociales no es (…) su ar­bitraria agrupación en una categoría que los opondría a los de clase, sino la novedad de los mismos, en tanto que a través de ellos se ar­ticula esa rápida difusión de la conflictuidad social a relaciones más y más numerosas, que es hoy día característica de las sociedades in­dustriales avanzadas”»[10].

Deben aprovecharse y fogonearse los conflictos: la dialéctica

 

«Así pues, lo que debe hacer el nuevo socialismo es recoger, impulsar y agitar “las reivindicaciones de los vecinos de las barriadas populares, de las mujeres, de los jó­venes, de los ecologistas, de los pacifistas y de los defensores de los derechos humanos”, a través de la estrategia hegemónica, es decir mediante la unión de todos estos micro-conflictos»[11].

Homosexualismo y pedofilia van de la mano, según sus propios pensadores

 

«“Si el niño puede elegir relacionarse sexualmente con los adultos, incluso si él debe escoger su propia madre genética, no habría razones a priori para que ella rechace los avances sexua­les, debido a que el tabú del incesto habría perdido su función. (…). Las relaciones con niños incluirían tanto sexo genital como el niño sea capaz de recibir —probablemente considerablemente más de lo que ahora creemos—, porque el sexo genital ya no sería el foco cen­tral de la relación, pues la falta de orgasmo no presentaría un pro­blema grave. El tabú de las relaciones adulto/niño y homosexuales desaparecerían” (Firestone, Shulamith)[12]. Pero las relaciones pedófilas tendrían dos límites, nos dice la buena Firestone pretendiendo moderarse: el límite del consentimiento del niño por un lado, y el límite biológico por el otro. De modo que si un hombre adulto desea tener relaciones sexuales con una niña o niño de cuatro años por ejemplo, sólo debe lograr su adhesión y comprobar que las dimensiones de su vagina o ano sean penetrables»[13].

Lo mismo decía esa vaca sagrada que era Foucault: «“Por cierto”, manifestó por radio en 1978, “es muy difícil es­tablecer barreras a la edad del consentimiento sexual”, porque “pue­de suceder que sea el menor, con su propia sexualidad, el que desee al adulto”, exhortando entonces a derogar todas las sanciones penales que regulan los delitos sexuales: “En ninguna circunstancia debería someterse la sexualidad a algún tipo de legislación… Cuando uno cas­tiga la violación debería castigar la violencia y nada más. Y decir que sólo es un acto de agresión: que no hay diferencia, en principio, entre introducir un dedo en la cara de alguien o el pene en sus genitales”»[14].

Beatriz Preciado, pensadora actual, señala: «“Las estrategias de conocimiento y control que llevan a la estigmatización o la criminalización social estaban despla­zándose desde la figura decimonónica del homosexual, ab­sorbida y normalizada por la ‘cultura gay’, hasta la figura del pedófilo como nuevo límite de lo humano (…) ¿Qué quiere decir pedofilia? ¿Cuál es la relación política que existe entre los constructores de edad y de sexualidad? ¿Cuál es la má­quina social que la pedofilia encarna? ¿Qué produce y que consume esta máquina pedofílica? ¿Qué placer colectivo nos procura la sexualización de la infancia? ¿Cuál es el deseo su­blimado tras el delirio paranoico frente a la pedofilia? ¿Acaso no es el miedo a reconocer los deseos pedófilos colectivos que se codifican y territorializan a través de la institución de la familia lo que nos hace ver e inventar al pedófilo como figura de lo abyecto?”»[15].

La implantación de la ideología de género

 

«En lo que refiere a la ideología queer (…) no podemos dejar de mencionar: Foucault para encapuchadas (2014). Este texto empieza con una pregunta clave que, en su propia formu­lación, revela las intenciones de la ideología que representan: “Ahora que comprendemos que no hay sujetos de la revolución ¿quién comba­te el heterocapitalismo?”[16]. Y la respuesta está en el propio enunciado, pues lo que ha de hacerse es destruir toda identidad como tal, “borrar las denominaciones ‘masculino’ y ‘femenino’ según estén conforme a las categorías de asignación biopolítica ‘varón/mujer’. Los códigos de la masculinidad son susceptibles de abrirse para que operemos sobre ellos en una suerte de gender hacking perfo-protésico-lexical mediante la utilización de juegos lingüísticos que escapen a las marcas de géne­ro, o que al menos las desquicien: proliferar hasta el absurdo las ano­malías psicosexuales[17]. Lo que debe lograrse es “invalidar el sistema heteronormativo de producción humana y de las formas de parentesco —siempre a priori heteronormales— por medio del desistir de prácti­cas tales como el matrimonio y todos sus sucedáneos (…).“La abolición de la práctica de la sexualidad en pareja, mediante prácti­cas de placer en grupo con afines sexoafectivos resignifica el cuerpo como barricada de insubordinación política, de desobediencia se­xual, de desterritorialización de la sexualidad heteronormativa, sus regímenes disciplinarios naturalizados y sus formas de subjetivación para la subsecuente creación de espacios de afinidad anti-género y anti-humanos: destruir hasta los cimientos la heterosexualidad como régimen político. Ése es nuestro destino[18] (…). «La abolición de la práctica de la sexualidad en pareja, mediante prácti­cas de placer en grupo con afines sexoafectivos resignifica el cuerpo como barricada de insubordinación política, de desobediencia se­xual, de desterritorialización de la sexualidad heteronormativa, sus regímenes disciplinarios naturalizados y sus formas de subjetivación para la subsecuente creación de espacios de afinidad anti-género y anti-humanos: destruir hasta los cimientos la heterosexualidad como régimen político. Ése es nuestro destino”»[19].

Violencia en la ideología de género

 

«El odio con el que está escrito este texto (Manada de Lobxs) es llamativo; no sólo odio a los heterosexuales, sino al hombre y a la humanidad en términos generales. Las dosis de violencia que se incorporan en las páginas son de alta tensión. He aquí algunos pasajes que pueden ilustrar al lector: “Sin nombre, sin prestigios, sin pasaportes, sin familias, experimenta­mos el sabor de la molotov, de la nafta, el humo de la goma quemada cortando el puente y abriendo el camino como quien experimenta un maracuyá, un mango, o un fisting [práctica sexual de introducir el puño en el ano]”; “El mundo les pertenece a los heteros que alardean esa libertad en nuestras caras. ¿Por qué tienen que venir a nuestros cumpleaños, nuestras fiestas, nuestros rituales, nuestras marchas, nuestras ceremonias? No queremos tolerarlos, ni deseamos su asquerosa dádiva gay-friendy llamada ‘apoyo’, ‘integración’, ‘respe­to’, ‘diversidad’… No queremos sus leyes anti-discriminación. No los queremos a ellos. El mundo les pertenece a los heteros, y estamos en guerra contra su régimen. (…) Esto es apología de la violencia, va­mos a devolver el ataque, vamos a combatir al enemigo con nuestra violencia (…). El mundo les pertenece a los heteros y no lo cederán voluntariamente. Habremos de tomarlo por la fuerza. Habremos de forzarles el culo para que lo abran”; “un ejército de puños no pue­de ser derrotado, metete en el culo todo lo que en él quepa. Y para afuera, en sus caras de heterosexuales consternados: mierda y pe­dos, lluvias doradas de squirt [eyaculación femenina]. Una carcajada negra que suena diabólica y alegre brota de nuestras tripas promis­cuas. (…) No nos identificamos con ustedes, heterosexuales, no nos gustan, los despreciamos, ustedes son el despreciable desperdicio del capitalismo que impulsan”»[20].

 

Prácticas sexuales no sólo contra-natural, sino incluso hipócritas

 

Comentando el libro de Beatriz Preciado, una ideóloga de estas corrientes, se lee:

«Así, lo que se busca, otra vez, es negar la realidad biológica de nuestros cuerpos para inventar ex­centricidades que “subviertan” las funciones eróticas del pene y la va­gina: “La contra-sexualidad afirma que el deseo, la excitación sexual y el orgasmo no son sino los productos retrospectivos de cierta tecnolo­gía sexual que identifica los órganos reproductivos como órganos se­xuales, en detrimento de una sexualización de la totalidad del cuerpo. (…) El sexo es una tecnología de dominación heterosocial que reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de una distribución asimétrica del poder entre los géneros (femenino/masculino), haciendo coincidir ciertos afectos con determinados órganos, ciertas sensaciones con de­terminadas reacciones anatómicas”[21].  Y a continuación, Preciado nos ofrece un pintoresco ejemplo de cómo resistir el “sistema heterocapi­talista”: “La práctica del fist-fucking(penetración del ano con el puño), que conoció un desarrollo sistemático en el seno de la comunidad gay y lesbiana de los años 70, debe considerarse como un ejemplo de alta tecnología contra-sexual. Los trabajadores del ano son los proletarios de una posible revolución contra-sexual”, dice la profesora dejando ver las raíces marxistoides de su pensamiento. Todo esto puede sonar a broma, pero es una palpable realidad con correlatos concretos en la práctica. Preciado pretende innovar en lo que respecta a “actuaciones contra-sexuales”, y brindará entonces un manual de prácticas denominadas “dildotectónicas”, pues se im­plementarían con ayuda de un “dildo” (consolador) y contribuirían a “sexualizar” otras partes del cuerpo en la lucha contra la “hegemo­nía del pene y la vagina” que instauró el “heterocapitalismo”. Una de ellas consiste en atar un consolador a un taco de aguja, e introducírselo en el ano. Pero no basta con la práctica en sí; hay todo un ritual que recomienda Preciado para que la práctica sea verdaderamente “contra-sexual”: “Desnúdese. Prepare una lavativa anal. Túmbese a lo largo, y repose desnudo durante 2 minutos después de la lavativa. Levántese y repita en voz alta: dedico el placer de mi ano a todas las personas portadoras del VIH. Aquellos que ya sean portadores del virus podrán dedicar el placer de sus anos a sus propios anos y a la abertura de los anos de sus seres queridos. Póngase un par de zapa­tos con tacón de aguja y ate dos dildos con cordones a los tobillos y a los zapatos. Prepare su ano para la penetración con un lubricante adecuado. Túmbese en un sillón e intente darse por culo con cada dil­do. Utilice su mano para que el dildo penetre su ano. Cada vez que el dildo salga de su ano, grite su contra-nombre viciosamente. Por ejem­plo: «Julia, Julia». Después de siete minutos de auto-dildaje, emita un grito estridente para simular un orgasmo violento (…). La simulación del orgasmo se mantendrá durante 10 segundos. A continuación, la respiración se hará más lenta y profunda, las piernas y el ano queda­rán totalmente relajados.” Notemos lo siguiente: la profesora universitaria debe recurrir a la simulación del orgasmo, pues en virtud de la naturaleza biológica y siguiendo este absurdo procedimiento, difícilmente aquél sea obte­nido de manera real. Exactamente lo mismo debe prescribir cuando recomienda “masturbarse el brazo con un consolador”: “La duración total debe controlarse con la ayuda de un cronómetro que indicará el final del placer y el apogeo orgásmico. La simulación del orgasmo se mantendrá durante 10 segundos. Después, la respiración se hará más lenta y profunda, los brazos y el cuello quedarán totalmente relajados”»[22].

 

Marx, Engels Lenin: algunas ideas acerca de los homosexuales

 

«Engels, en carta dirigida en 1869 a su amigo y camarada Karl Marx, sobre el problema homosexual se refirió en los siguientes términos: “Esto que me cuen­tas son revelaciones contra la naturaleza. Los pederastas comienzan a multiplicarse y a darse cuenta de que ellos forman un poder dentro del Estado. Sólo les faltaba una organización, pero según esto parece ya existir en secreto. Y como se están infiltrando en todos los viejos partidos e incluso en los nuevos, desde Rösing a Schweitzer, su victo­ria es inevitable. Por suerte, nosotros somos demasiado viejos para tener miedo de ver su victoria, y tener que rendir tributo en cuer­po a los victoriosos (¡!). Pero las nuevas generaciones… De cualquier modo, solo en Alemania es posible que un hombre como éste aparez­ca y convierta el vicio en una teoría»[23].

«Marx respaldó el enfoque apoyándose en el sentido común: “la relación de un hombre con una mujer es la relación más natural de un ser humano con un ser humano”»[24].

(Lenin decía de los homosexuales): «Es, principalmente, un hobby de los intelectuales y de las secciones más próximas a ellos. No hay sitio para ello en el partido, en el proletariado consciente de las clases y luchador»[25].

Homosexualidad en Cuba libre

 

Además de que el Che Guevara, creó “un campo de concentración para castigo de sodomitas situado en la Península de Guanacahabibes”, Fidel Castro decía: «“Nunca hemos creído que un homosexual pueda perso­nificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permita con­siderarlo un verdadero revolucionario, un verdadero comunista. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista (…) seré sincero y diré que los ho­mosexuales no deben ser permitidos en cargos donde puedan influen­ciar a los jóvenes”»[26].

El movimiento gay es una revolución moral

 

«“El movimiento homosexual no es un movimiento de derechos ciu­dadanos, ni un movimiento de liberación sexual, sino una revolución moral” sentenció el famoso activista norteamericando Paul Varnell, por cuyas costumbres murió de SIDA en el año 2011»[27].

La familia es antinatural

 

«En su libro La función del orgasmo, Reich sostenía que la familia es una construcción enferma —patología que él llamaba “familitis”— y que la liberación sexual sería no sólo la cura sino el nuevo método revolucionario: “La sexualidad es el centro alrededor del cual gira toda la vida social, así como la vida interior del individuo”, y se queja­ba de que “las leyes patriarcales relativas a la cultura, la religión y el matrimonio son esencialmente leyes contra el sexo”»[28].

 

En defensa del ano

 

Beatriz Preciado, autora del libro “Terror anal”, señala: «“El ano no tiene sexo, ni género, como la mano, escapa a la retórica de la diferencia sexual. Situado en la parte trasera e inferior del cuerpo, el ano borra también las diferencias personalizadoras y privatizantes del rostro”. Y agrega: “El ano desafía la lógica de la iden­tificación de lo masculino y lo femenino. No hay partición del mundo en dos (…). Rechazando la diferencia sexual y la lógica antropomórfi­ca del rostro y el genital, el ano (y su extremo opuesto, la boca) sienta las bases para una inalienable igualdad sexual: todo cuerpo (humano o animal) es primero y sobre todo ano”»[29].

[1] Maurras, Charles, Mis ideas políticas. Buenos Aires, Huemul, 1962, 183.

[2] Bandera, A. Paulo Freyre. Un Pedagogo. Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1981, p. 92.

[3] Menciono aquí mis discordancias: pág. 49: se adhiere al mito de la mujer medieval, relegada a un segundo lugar; pág. 50, se postula ingenuamente la figura de la mujer en los pensadores revolucionarios franceses; pág. 125, se adhiere a la falacia del “derecho de pernada”; pág. 128 se hace una apología del capitalismo que, sin glosa, resulta inaceptable. Respecto a la no intromisión en los ‘derechos individuales’, resulta también inaceptable una frase como esta: “nada debería importarnos los desvaríos de cada quién, mientras no afecten nuestros derechos individuales” (pág. 116).

[4] Gramsci, Antonio. Para la reforma moral e intelectual. Madrid, Libros de la Catarata, 1998, p. 25. Las negritas y los subtítulos de los párrafos me pertenecen y no se encuentran en el libro de Márquez y Laje.

[5] Márquez, Nicolás, Laje, Agustín, El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural, Libre-Grupo Unión, Buenos Aires 2016, 35 (desde ahora, “MYL”).

[6] Prólogo a Freyre, Paulo. Concientización. Buenos Aires, Búsqueda, 1974, p. 31 (Cfr. MYL, 193).

[7] MYL, 38.

[8] Ibídem, 45.

[9] Laclau, Ernesto; Mouffe, Chantal. Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia. Bs. Aires, Fondo de Cultura Económica, 2011, 222 (Cfr. MYL, 41).

[10] MYL, 42).

[11] Ibídem, 44.

[12] Firestone, Shulamith. The dialectic of sex. The case feminist revolution. New York, Bantam Book, 1971, 240.

[13] MYL, 86.

[14] Citado en Miller, James. La Pasión de Michel Foucault. Chile, Andrés Bello, 1996, 347 (cit. por MYL, 79).

[15] Hocquenghem, G. Ob. Cit., p. 169-170 (cit. por MYL, 87).

[16] Manada de Lobxs. Foucault para encapuchadas. Bs. As., Colección (im)pensados, 2014, p. 23.

[17] Ibídem, 24.

[18] Ibídem, 24-25.

[19] MYL, 104.

[20] MYL, 105.

[21] Preciado, Beatriz. Manifiesto contra-sexual. Prácticas subversivas de identidad sexual. Madrid, Opera Prima, 2002.

[22] MYL, 106-107.

[23] MYL, 157.

[24] Marx, K. Early Writings. New York, McGraw-Hill, 1964, p. 154. En: Economic and Philosophical Manuscripts. Third manuscript, section on private property and com­munism. P. 154 (cit. por MYL, 158).

[25] Reminiscences of Lenin (1934): Zetkin, C. Lenin on the Woman Question. New York, International, p. 7 (cit. por MYL, 158).

[26] Entrevista concedida por Fidel Castro al periodista Lee Lockwood y publicada en Castro’s Cuba, Cuba’s Castro. Citado en Zayas, M. Mapa de la homofobia. Cronología de la represión y censura a homosexuales, travestis y transexuales en la Isla, desde 1962 hasta la fecha. (2006). Ver enlace completo en: http://www.cubaencuentro.com/ cuba/articulos/mapa-de-la-homofobia-10736  (cit. por MYL, 161).

[27] Paul Varnell. “Defending Our Morality”, Reproducido en el siguiente enlace:http://igfculturewatch.com/2000/08/16/defending-our-morality/ (cit. por MYL, 168).

[28] Wilhelm, R. La función del orgasmo. El descubrimiento del orgón. Problemas eco­nómico-sexuales de la energía biológica. Buenos Aires, Paidós, 1955, p. 17:2-161 (cit. por MYL, 170).

[29] Hocquenghem, G: El deseo homosexual. España, Me­lusina, 2000, 186-187

Carta de Bogotá

11 Sep

Carta-de-Bogota

Liturgy and Spirituality: a call to transformation

2 Sep

Reflection on the Theme for the World Council of Churches General Assembly

Ecumenical Patriarch Bartholomew

January 2006

The Divine Liturgy of St. John Chrysostom is the eucharistic service that has been celebrated by Orthodox Christians throughout the world since the fifth century, when it was attributed to the remarkable preacher and renowned Archbishop of Constantinople (347-407). The central words of the liturgy are proclaimed by the celebrant praying on behalf of and with the entire community: «Send down your Holy Spirit upon us and upon these gifts,» namely the bread and wine that symbolize the life of the world. The celebrant then continues: «Transform them into your sacred body and precious blood.» And the community responds with the unique liturgical repetition: «Amen. Amen. Amen.» This is followed by a profoundly renewing moment of sacred silence.

There are three crucial and essential dimensions in this liturgical expression of transformation:

i) Transformation begins within the human heart, since the divine Spirit is first invoked «upon us» as human beings;

ii) Transformation occurs within the wider community, since»the gifts» are offered by and for the entire community;

iii) Transformation occurs for the whole creation, since bread and wine are representative of the natural environment.

Transformation as the Healing of the Heart

The early spiritual literature of the Christian East has through the centuries emphasized the heart as the place of transformation, where God, humanity, and the world coincide and coexist in a relationship marked by prayer and peace. The Philokalia underlines the astonishing paradox that the transformation of all things is only achieved through inner silence: «When you find yourself in silence, then you will find God and the world entire!» In other words, transformation begins with the awareness that God, and God alone, is to be held at the center of all life. The grace of God is closer, more integral to us, indeed more definitive of us, than our own selves! This is why St. Gregory Palamas (1296-1358) defended the «prayer of the heart» as a powerful way of realizing how «the kingdom of God is within us» (Lk 17.21).

While the ways of silence and serenity are nurtured in a unique way in the Christian East, they are of course neither a monopoly of the Orthodox Church nor of Christianity itself. The exhortation of the Old Testament Psalmist is: «Be still, and know God.» (Ps. 44.1) Moreover, the Arabic root of the word Islam connotes a sense of holistic transformation, of wholeness and integrity. Ordering one’s relationship to God, others, and the world is the Muslim state of «salam,» which is closely related to the Hebrew word for peace, «shalom.»How, then, is it possible to hear the Word of God — whether as Christians, Jews, or Muslims — unless we first stop to listen in silence? How can we ever be sure that we are working to transform the world around us unless we have first transformed the world within us?

Inner transformation, however, requires radical change. In religious terminology, it requires conversion or metanoia— a change in attitudes and assumptions. We cannot be transformed (or converted) unless we have first confronted everything that stands in opposition to transformation; we cannot be transfigured until we have been cleansed of everything that disfigures the human heart as it was created and intended by God. Such a process of self-discovery leads ultimately to the respect of human nature, with all of its flaws and failures — both in ourselves and in others. It paves the way for the respect of every human being, irrespective of differences — within society and within the global community. Indeed, these differences are to be welcomed, honored, and embraced as unique pieces of a sacred puzzle, the mystery of God’s wonderful creation.

Transformation as the Way of Community

The healing of the heart leads to the way of community. Transformation is a vision of connection and compassion. How unfortunate it is that we Christians have disassociated spirituality from community. When as Orthodox Christians we depart from the transforming event of the Divine Liturgy, we move out to the same world, the same routine, and the same problems. Yet, now, we can see otherwise; we now know differently; we are now impelled to act graciously. When we are transformed by divine grace, then we shall seek solutions to conflict through open exchange without resorting to oppression or domination.

We have it in our power either to increase the hurt inflicted in our world or else to contribute toward its healing. When will we realize the detrimental effects of war on our spiritual, social, cultural, and ecological environment? When will we recognize the obvious irrationality of military violence, national conflict, and racial intolerance, all of which betray a lack of imagination and willpower? Transformation involves awakening from indifference and extending our compassion to victims of war, poverty, and all forms of injustice. As faith communities and as religious leaders, we must proclaim alternative ways, which reject war and violence and which recognize peace as the only way forward. Human conflict may well be inevitable; but war and violence are not. Human perfection may well be unattainable; but peace is not impossible. If this century will be remembered, it will be remembered for those who dedicated themselves to the cause of peace. We must believe in and «pursue what makes for peace.» (Rom. 14.19)

Indeed, transformation is our only hope of breaking the vicious cycle of violence and injustice; and it is vicious precisely because it is the fruit of vice. War and peace are systems; they are contradictory ways of resolving problems and conflicts. Ultimately, they are choices. This means that making peace is a matter of individual and institutional choice, as well as of individual and institutional change. It, too, requires conversion or metanoia — a change in policies and practices. Peacemaking requires commitment, courage and sacrifice. It demands of us a willingness to become communities of transformation and to pursue justice as the prerequisite for global transformation.

Transformation as the Renewal of the Earth

Over the last two decades, the Ecumenical Patriarchate has made the preservation of the natural environment a central focus of its spiritual attention and a priority of its pastoral ministry. We consider the healing of the heart and the way of community as integrally linked with the survival of our planet as well as with the way its in habitants relate to the natural creation. A responsible relationship between the soul and its Creator and among human beings inevitably involves a balanced relationship with the natural world. The way we treat each other is immediately reflected in the way we treat our planet; the way we respond to others is at once measured and mirrored in the way we respond to the air we breathe, the water we drink, and the food we consume. In turn, these influence and reflect the way we pray and the way we worship God.

Whenever we narrow religious life to our own concerns, then we overlook the prophetic calling of the Church to implore God and invoke the divine Spirit for the renewal of the whole polluted cosmos. For, the entire world is the space within which transformation is enacted. When we are transformed by divine grace, then we discern the injustice in which we are participants; then we labor to share the resources of our planet; then we realize that eco-justice is paramount — not simply for a better life, but for our very survival.

Like the healing of the heart and the making of peace, ecological awareness also requires conversion or metanoia — a change in habits and lifestyles. Paradoxically, we become more aware of the impact of our attitudes and actions on other people and on the natural environment, when we are prepared to surrender something. This is why fasting is a critical aspect of Orthodox Christian discipline: in learning to give up, we gradually learn to give. In learning to sacrifice, we gradually learn to share. Unfortunately, so many of our efforts toward reconciliation — whether spiritual, social or ecological — prove fruitless partly because we are unwilling to forego established ways as individuals or as institutions, refusing to relinquish either wasteful consumerism or prideful nationalism. A transformed worldview enables us to perceive the immediate and lasting impact of our practices on other people (and especially on the poor, our neighbor) as well as on the environment (our silent neighbor).

Transformation and Promise: the ecumenical imperative

In the spiritual classics of the Orthodox Church, transformation signifies a foretaste of the kingdom to come. It can never be fully realized or exhausted in this world; it always tends and extends towards the heavenly world, which informs and imbues this world with sacred meaning. Christians should remember that the Church is called not to conform to, but to transform this world. The ultimate goal is not compromise with this world, but the promise of another way of seeing, living, and acting.

Such is conviction of the Orthodox Easter liturgy, when the Resurrection of Christ is proclaimed as «the first-fruits of another way of life,» «the pledge of a new beginning.» Transformed in the light of Mt. Tabor and the Tomb of Christ, we can see the same things differently; we can march to a different drum — sometimes inevitably clashing with established patterns, with unquestioned practices, and accepted norms.

Transformed in this way, Christians become a grain of mustard seed, a form of leaven. They become enthusiastic and joyful witnesses to the light of the kingdom in our world. And there is only one way that we shall, with the grace of God, prevail as people and communities of transformation: together! Individuals and institutions are easily exhausted and discouraged if they act in isolation. The vision of the Psalmist is within our grasp: «Behold, it is a good and pleasant thing for us to dwell together in unity.» (Ps. 133.1) Such is the imperative of the ecumenical vision of transformation.

Home- Hogar

24 Ago

El documental muestra la historia del planeta Tierra desde sus inicios hasta el presente. En la película se pueden ver secuencias de imágenes de todo el mundo, en las cuales se puede apreciar, cómo el hombre ha maltratado y está afectando al planeta: el clima (cambio climático), los ecosistemas (deforestación, sobreexplotación de acuíferos, pérdida de biodiversidad, urbanización, etc.) debido a la voracidad de energía y materiales del sistema socioeconómico capitalista. El documental asimismo avisa que según los científicos, de no modificarse nuestra conducta, probablemente en 10 años la situación podría no ser reversible

Favor indicar con base en la película, ¿por qué la historia del ser humano ha llegado a un momento definitorio?

La sacralidad de la vida en una Tierra habitable para todos

19 Jun

Nuevo libro ambiental. Producto del trabajo y contribuciones  coordinadas por la Fundación Diálogo entre Ciencia y Religión, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y el Instituto «Elie Wiesel» en Seminario Rabino Latinoamericano Marshall T. Meyer. El libro los documentos y presentaciones del VIII Congreso Latinoamericano de Ciencia y Religión desarrollado en la ciudad de Buenos Aires  los días 20 al 22 de octubre de 2014. Contiene un importante compendio de trabajos e investigaciones sobre el tema ambiental. Se adjunta en su totalidad.

La sacralidad de la vida en una Tierra habitable para todos

Bitácora de Viaje: Simien Mountains- ETIOPÍA

6 Mar

EL CONTEXTO URBANO EN SOCIEDADES RURALES: ETIOPÍA

2 Feb

Etiopía, una de las naciones más interesantes dadas las condiciones de permanencia de sus sociedades rurales en el marco de procesos de modernización. El cambio climático, procesos urbanos y dinámicas derivados se analizan en este video.

Minería, medio ambiente y cambio climático: una señal de alarma

20 Ene

por Guillermo Rudas Lleras Thursday, Jan. 20, 2011 at 10:34 AM

Bajo el gobierno Uribe hubo una feria de concesiones mineras sobre millones de hectáreas, incluso en zonas donde hoy está prohibido. Los pagos por esas concesiones no aparecen, pero en cambio aumentaron las exenciones a la minería. Al mismo tiempo se debilitaron y se desfinanciaron las entidades encargadas del control ambiental, lo cual hace aun más preocupante el panorama.

 

Minería, medio ambie...
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La política de no tener política

La catástrofe que atraviesa el país por las lluvias extremas pone en evidencia la debilidad que tenemos para afrontar el cambio climático. Como en toda situación de esta naturaleza, no se pueden escatimar esfuerzos para atender a millones de personas que lo han perdido todo. Pero igual de importante es hacerlo de tal manera que, además de reparar los daños ya causados, se tomen medidas para contrarrestar los orígenes de la catástrofe y prevenir su repetición en un futuro no lejano.

El cambio climático es un hecho al cual tenemos que adaptarnos. Sus efectos, en buena medida, son la cuenta de cobro que pasa la naturaleza por la acumulación de erráticas decisiones humanas. Y tal vez uno de los aspectos en donde más erráticas han sido estas decisiones, es en la ocupación y el uso del territorio.

En el uso del territorio las reglas del mercado son claramente insuficientes para lograr una asignación eficiente de los recursos, ya que existen múltiples factores que restringen la operación efectiva de estas reglas. La combinación de bienes públicos con bienes de los particulares; la precaria definición jurídica del derecho de propiedad sobre muchos de estos bienes, incluso los de carácter privado; la ausencia de información o las restricciones a su acceso; la acumulación de tierras, no por las fuerzas del mercado sino por la fuerza de las armas en manos de antisociales, son factores que, sumados al paulatino debilitamiento de todo tipo de instituciones sociales, obligan a repensar otro tipo de reglas, muy distintas de las del mercado, para ordenar las decisiones de las personas.

En particular, la ausencia de reglas claras y efectivas, que ordenen la ocupación del territorio y el acceso a los recursos naturales, es un tema de primer orden. La catástrofe actual es apenas una señal de alerta sobre lo que puede pasar en el futuro inmediato en caso de no tomarse decisiones preventivas y limitarse sólo a las reparativas.

Regulación ambiental relegada

La precaria intervención del Estado en el ordenamiento del territorio se pone en evidencia en la inexistencia de criterios claros y transparentes sobre el uso del suelo por parte de las denominadas locomotoras de la prosperidad. Poco se ha hecho (1) para regular de manera efectiva la expansión de la gran agricultura, especialmente de la producción de agro-combustibles; (2) para organizar el crecimiento de las ciudades y la ubicación de las viviendas; (3) para desarrollar la infraestructura de transporte y energía; y, muy especialmente, (4) para racionalizar el uso de los recursos naturales no renovables por la minería.

Todo esto como consecuencia de una decisión explícita, tomada desde las instituciones públicas: minimizar las normas de regulación ambiental y desmontar las nacientes instituciones del Estado encargadas de aplicarlas.

Títulos mineros por millones

Un ejemplo claro de esta tendencia es la forma como ha crecido en los últimos años la titulación de tierras para la minería. Resalta la precaria capacidad técnica y operativa del Estado para regularla, siendo una actividad económica de alto riesgo para el entorno natural, la salud y la vida de las personas.

Como se observa en la gráfica adrriba, durante la primera administración del presidente Uribe, el área titulada para minería prácticamente se duplicó, pasando de 1,1 millones a 1,9 millones de hectáreas. Pero a partir de 2006, la titulación minera se disparó de forma totalmente descontrolada, pues se multiplicó por más de cuatro veces entre ese año y 2009, para sumar 8,4 millones de hectáreas.

Estos procesos de titulación tienen la particularidad de que no toman en cuenta las consideraciones ambientales, toda vez que la legislación no contempla como requisito algún tipo de licencia ambiental, para adelantar labores durante la fase de exploración, es decir, antes de iniciar la explotación propiamente dicha.

Primero los títulos y luego la Ley

Durante el segundo período de Uribe también se dio un crecimiento inusitado de titulaciones en zonas de páramo, una posibilidad que finalmente quedó excluida de la actividad minera, al sancionarse la reforma al Código de Minas, en febrero de 2010. Se trata de áreas que por su gran importancia estratégica y por el papel que tienen como fuentes de agua, son de especial trascendencia para el país.

La base de datos geográficos del Instituto Colombiano de Geología y Minería (INGEOMINAS) confrontada con el mapa de páramos elaborado por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, muestra que en estas áreas, que representan en total apenas un 1,7 por ciento del territorio del país, se pasó de 70.000 hectáreas tituladas para minería en 2006 a 122.000 en 2009, es decir, un crecimiento de un 74 por ciento.

Ello, sin contar, por falta de información geográfica, las zonas de páramo que puedan estar incluidas dentro de las 3,7 millones de hectáreas tituladas por el gobierno anterior entre el momento de ser aprobado por el Congreso el nuevo Código de Minas (18 de junio de 2009) y la fecha de su sanción de la respectiva Ley por el presidente Uribe (9 de febrero de 2010).

Extraña coincidencia que en un lapso de casi ocho meses, después de aprobada la ley, pero antes de ser sancionada por el mandatario, se hubiera aumentado el área titulada para minería en cerca de un 80 por ciento.

¿Dónde están los dineros?

Otro asunto que amerita especial atención es el relacionado con el «canon superficiario», un pago que debe hacerse a la autoridad minera por quien recibe la concesión, que debe pagarse desde que tiene el título minero para la etapa de exploración y hasta cuando empiece la producción. Este canon equivale anualmente a un salario mínimo mensual vigente por hectárea de tierra concesionada, que rige hasta cuando se inicie la extracción del mineral y se empiece a generar entonces el pago de regalías.

Si se supone, por ejemplo, que las 5,5 millones de hectáreas tituladas entre 2008 y 2009 no habían entrado a la fase de explotación en 2010, ello significa que las autoridades mineras debieron recaudar por el «canon superficiario» alrededor de 2,8 billones de pesos en 2009, es decir, una cifra equivalente a un 43 por ciento del total de las regalías por explotaciones mineras y de hidrocarburos percibidas en dicho año.

Frente a la magnitud de estos recursos, y teniendo en cuenta el debate suscitado por la reforma constitucional, que se tramita actualmente en el Congreso, al régimen de regalías, cabe preguntarse si ésta obligación se está cumpliendo. Si es así, surge la inquietud sobre el destino que se le está dando a estos cuantiosos recursos, sobre los cuales poco se habla en el debate público. Y si no lo es, cabría cuestionar entonces la validez de los títulos otorgados, cuando se incumple con esa obligación de pago.

Gabelas a la minería

Según cifras presentadas por el Comité Técnico Interinstitucional, que formuló la propuesta de regla fiscal para Colombia[1], al contrastar el valor pagado por impuesto a la renta por el sector minero, con base en el excedente de producto, reportado por las Cuentas Nacionales del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), se obtiene que ese tributo está muy por debajo de lo que hubieran tenido que pagar si estuviesen regidos por la tarifa plena.

En efecto, para 2009 esa exención al impuesto a la renta significó 3,5 billones de pesos que, frente a regalías por 6,5 billones de pesos para el mismo año, implicó un beneficio fiscal para las compañías del sector equivalente a un 53,8 por ciento de las regalías totales pagadas por la minería y los hidrocarburos.

La magnitud del crecimiento de las áreas tituladas para minería, así como los beneficios tributarios que recibe esa actividad, reflejan privilegios muy especiales, que contrastan con el comportamiento de la autoridad ambiental, encargada de asegurar el cumplimiento de las normas de regulación.

Menos recursos para el control ambiental

Como se observa en el gráfico mencionado, mientras la autoridad minera entregaba títulos sobre millones de hectáreas, las instituciones nacionales del sistema ambiental, con el Ministerio de Medio Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial a la cabeza, habían entrado en un severo deterioro institucional, derivado de la precariedad de los recursos percibidos para cumplir con su misión.

En efecto, los dineros asignados por el presupuesto general de la Nación al sistema ambiental, cayeron intempestivamente en los gobiernos de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, pues pasaron de un 0,19 por ciento del PIB en 1998, a entre un 0,06 y un 0,09 por ciento del PIB a partir de 1999.

Este debilitamiento ha tenido implicaciones muy importantes. No sólo redujo la capacidad de gestión directa del Ministerio para ejercer sus funciones como autoridad reguladora ambiental de la minería, sino que también perdió su capacidad de interlocución y liderazgo frente a los demás ejecutores de la política ambiental, especialmente en el caso de las corporaciones autónomas regionales.

Nos quedó así un sector minero con un crecimiento potencial muy acelerado frente a unas autoridades de regulación en un estado muy precario por ausencia de liderazgo y debilitamiento institucional.

Hacia el desastre ambiental

Las consecuencias de todo ello pueden ser desastrosas.

Con una minería todavía incipiente, se empiezan a generar graves conflictos, tales como los originados por la explotación ilegal del oro, o serios impactos sobre el medio ambiente producidos, incluso, por empresas mineras formalmente constituidas, con unas autoridades ambientales débiles, seriamente atomizadas, que marchan a la deriva y sin capacidad para consolidarse en el corto plazo.

En este escenario, el ordenamiento del territorio, especialmente en las áreas rurales, podría derivar en el peor de los mundos: un ordenamiento liderado por el mercado, pero no por cualquier mercado, sino por uno en una de las actividades de más alto riesgo ambiental, que históricamente ha generado múltiples calamidades en todo el mundo. Y en este escenario, los eventos climáticos extremos en el futuro podrían ser todavía más catastróficos que los actuales.

Notas:

[1] Banco de la República, Ministerio de Hacienda y Crédito Público, Departamento Nacional de Planeación. «Regla Fiscal para Colombia.» Comité Técnico Interinstitucional. Bogotá. 7 de julio de 2010.