Saludos desde Barrancabermeja, Continuamos orando por la comunidad de Las Pavas durante estos tiempos vulnerables. Comunidad de Las Pavas vuelve El lunes 4 de abril, la comunidad de Las Pavas ejerció su derecho como población desplazada a regresar a su tierra. A pesar de la ansiedad por las amenazas dirigidas a líderes de la comunidad y las noticias que la policía estaba presente en la zona, aproximadamente veinte familias, de los 123 originalmente desplazadas, caminaron por dos horas con sus pertenencias a su tierra después que la Policía Nacional y el escuadrón antidisturbios les desplazaron casi hace dos años, en julio de 2009. Grupos nacionales e internacionales, incluyendo ECAP, acompañan a la comunidad. Poco después de su regreso a sus tierras la comunidad comenzó a construir sus viviendas y a sembrar sus cosechas. La policía no obstaculizo el retorno de las familias y continua presente en la zona. Acciones en solidaridad con Las Pavas se llevaron a cabo en Bogotá (Colombia), Nueva Orleans (EE.UU.), Toronto (Canadá), Berlín (Alemania), entre otros. Estamos agradecidos que el regreso fue pacifico, pero seguimos pido sus oraciones y apoyo durante esta transición.
Los condenados de la tierra
17 MarLos condenados de la Tierra – Fanon
Vigencia de la visión fanoniana de la sociedad
Por Mario Wainfeld
«El sabía perfectamente que sus trastornos psíquicos eran provocados por lo que hacía en las salas de interrogatorio, aunque trataba de rechazar globalmente su responsabilidad. (…) Como no pensaba dejar de torturar me pidió sin ambages que como psiquiatra lo ayudara a torturar a los patriotas argelinos sin remordimientos de conciencia, sin trastornos de conducta, con serenidad.»
«El entierro me repugnó. Todos esos oficiales que venían a llorar por la muerte de mi padre, ‘cuyas altas cualidades morales habían conquistado a la población indígena’, me producían náuseas. Todo el mundo sabía que era falso. Nadie ignoraba que mi padre dirigía los centros de interrogatorio de toda la región. Todos sabían que el número de muertos de la tortura era de diez diarios y venían a contar mentiras sobre la devoción, la abnegación, el amor a la patria, etc… Debo decir que ahora las palabras para mí no tienen ningún sentido o no tienen mucho.»
Franz Fanon, Los condenados de la tierra
El mencionado libro del argelino Fanon se escribió cuando despuntaba la década del 60, lo prologó Jean Paul Sartre y fue texto canónico de las izquierdas latinoamericanas en ese decenio y en el que lo siguió. Los capítulos más recordados, a fuer de haber sido los más transitados por entonces, eran los primeros, un formidable alegato a favor de la descolonización y el nacionalismo africano. Pero el libro contenía un capítulo (del cual se extraen las citas del epígrafe, una referida al tratamiento de un torturador, la otra un textual de la hija de un represor) en los que el autor, psiquiatra de profesión, narraba patologías producto directo del salvajismo del dominador. Patologías que sufrían los colonizados y, como se refiere en la cita, los colonizadores. Lo que transmitía, memorable, el ensayo era la negación de la identidad de la víctima y la funcionalidad del salvajismo de los represores. La funcionalidad a un proyecto político.
El ejército francés sirvió de modelo a las Fuerzas Armadas argentinas, que se autorizaron un par de «licencias poéticas» respecto de sus idolatrados ejemplos: aplicar su barbarie a compatriotas e incorporar a sus recursos tácticos la desaparición forzada de personas.
Franz Fanon (Martinica, 20 de julio de 1925 – 6 de diciembre de 1961) es uno de los intelectuales que con mayor precisión ha trabajado el tema de la colonización política, ideológica y cultural. Su presencia en la Revolución argelina fue decisiva para corroborar en la práctica todo lo que del poder colonial había aprendido cuando cursaba sus estudios en París. Los condenados de la tierra -ensayo prologado por Jean Paul Sartre- es su obra más emblemática, publicada tras su muerte, en 1961. Para Fanon, la liberación nacional significaba mucho más que la independencia, ya que se constituía en un proceso de autoliberación y reconocimiento. |
Recordemos. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial discurrió un cuarto de siglo (y acaso un fleco más) de vigencia del Estado de Bienestar, pero ya en los 70 su agotamiento era patente. En la Argentina, esa etapa se expresa bastante bien en el intervalo que medió entre dos fechas emblemáticas del peronismo: el 45, el de las vísperas y el 75 el del rodrigazo y el de una interna que se dirimía a balazo puro. La crisis del estado benefactor generaba, entre otras, dos respuestas radicales: las de quienes leían a Fanon y predicaban la liberación nacional adunada con distintas formas de socialismo y las que proponían un formidable salto hacia atrás, un desmantelamiento de las instituciones y las salvaguardas que habían hecho menos ominoso al capitalismo. La Argentina complejizaba ese mapa común de la época, añadiendo una bastante sólida estructura armada al calor del estado protector, en especial (pero no exclusivamente) una poderosa organización sindical, implantada en todo el país, potenciada por el pleno empleo y capaz de variadísimas formas de resistencia y de adaptación. Arrasar con las nuevas corrientes revolucionarias y con las conquistas y los portavoces de una época reformista en aras de un proyecto de minorías, técnicamente reaccionario, era una tarea inconcebible en democracia. Falta hacía una dictadura sangrienta y la hubo.
Un cuarto de siglo después la Argentina ha optado mayoritariamente por la democracia, limitada, imperfecta, lenta pero también con atisbos de garantismo constitucional. Tras un genocidio planificado, un serpenteante camino ha llevado al juzgamiento de quienes tuvieron flagrantes responsabilidades penales en el exterminio. Rara es la naturaleza humana y paradójica la historia. Quienes sólo pretenden aplicar las leyes son tildados de extremistas. Quienes procuran gambetear las normas son los represores que alegan, como los franceses de la cita que encabeza esta nota, «la devoción, la abnegación, el amor a la patria». Y reclaman como lo hacía el torturador a Franz Fanon, que se les permita seguir desapareciendo a sus víctimas sin dilemas, sin estorbos de conciencia.
Minería y cianuro: los posibles efectos en el caso Santurbán en Colombia
26 FebDr. Prof. Felipe Cárdenas Ph.D
El siguiente es el primero de los informes sobre contaminación con cianuro en la extracción de oro. El lenguaje será absolutamente sencillo, para transmitir la esencia de la intoxicación que acarrea el cianuro en mineros y población en general. El informe se apoya en la obra más completa de Roger van Zanvoort y hace parte de las investigaciones del Grupo Centir-Organización Mundial de la Salud Pública, Grupo Vida política, organizaciones y derechos humanos reconocido por Colciencias de la Universidad de La Sabana, máxima autoridad científica de Colombia. Estos grupos están bajo mi dirección.
El rasgo característico de la intoxicación es su acción sobre la cabeza interna y las funciones cerebrales con gran ansiedad. Genera inflamación de las meninges, inflamación cerebral e inflamación meningítica tuberculina. Hay daño del sistema nervioso central. En dosis altas con seguridad se produce un paro cardiorespiratorio, es decir la muerte. Individuos que no han sido sometidos a dosis potencialmente mortales registran cambios severos de conducta marcados por la ansiedad permanente. Estos cuadros son típicos en mineros que tienen que lavar oro y plata. La ansiedad condiciona violencia intrafamiliar y deterioro de los lazos comunitarios.
Esa maldita costumbre de matar
15 Ene
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Colombia un país rico, donde todo se convirtió en limosna
13 Dicpor Felipe Cárdenas Monday, Dec. 13, 2010 at 11:15 AM
Hagamos cuentas: Si de esos tres mil millones de dólares que se ganan los tres principales grupos económicos de Colombia, se donara un día de sus ganancias, el equivalente sería de casi nueve millones de dólares. Si la donación fuera sobre la ganancia de un mes, estaríamos hablando de 246 millones de dólares aproximadamente.
Colombia un país rico, dónde todo se convirtió en limosna
Felipe Cárdenas
La primera de las grandes riquezas de Colombia: su territorio. Un territorio diverso, rico en regiones, lleno de agua, paisajes, ecosistemas diversos. Ante semejante riqueza, el contraste con la pobreza es enorme y curiosamente se impone la costumbre de la limosna en Colombia. En las calles, en los semáforos. Limosna de los miserables. Limosna del estrato uno… Pero tenemos limosna para cada uno de los estratos. SE pide limosna, o donaciones voluntarias, llámenlo como quieran, pero se expresa como donación, cuota extraordinaria en el conjunto residencial, en la rifa que organiza la secretaría, en el bazar del Colegio, en las donaciones voluntarias en los Colegios, donaciones para que no cierren aquel canal de televisión regional, otra donación para que no cierren el canal mundial de la hermana en la fe. Todos nos estamos ideando limosnas, rifas, fiestas, aportes voluntarios o donaciones para poder vivir. Y ahora el invierno, nos colmó de necesitados. Y vuelve y juega, más donaciones para los afectados. Desde luego que ellos necesitan de la solidaridad de todos los colombianos, eso no lo pongo en duda. ¿Qué se puede hacer para superar tanta calamidad? En el fondo, lo que nos encontramos es con un Estado inoperante y una sociedad golpeada por diversos circuitos de pobreza, inestabilidad política y corrupción. Pareciera que millones de colombianos están desamparados. Los vínculos sociales se han fragmentado; apenas lógico, cuando llevamos más de sesenta años matándonos entre nosotros mismos. Ante la miseria nos queda la virtud cristiana de la caridad, pero llega un momento en que la caridad ya no aguanta tanto e incluso nos insensibilizamos para la solidaridad.
La solidaridad, o caridad para algunos, se expresó con donaciones de más de quince mil millones de pesos; otros, como la viuda del evangelio darán una moneda y con mucho esfuerzo. De nuevo los contrastes: una sociedad donde algunos grupos económicos tienen una enorme acumulación de riquezas y la inmensa mayoría de la población, a la que con mucho esfuerzo le alcanza la plata para comprarle un regalo de navidad a sus hijos. Algunos no pueden. Y gracias a la caridad de muchas Fundaciones, se canalizan las limosnas, regalos o donaciones para que esos niñas o niñas pellizquen levemente los gozos de la modernidad y del progreso y sientan el “espíritu de la navidad”. Es evidente, que las causas reales de la situación que vivimos los colombianos, no se viene enfrentando con los remedios radicales que se necesitan para solucionar la crisis crónica que vive la sociedad colombiana. Si los tres principales grupos económicos que dominan la economía nacional, acaban de hacer en promedio una donación de tres millones de dólares cada uno en solidaridad con los afectados del invierno. La cifra de buenas a primeras es astronómica para el 50% de los colombianos que viven en la pobreza, e incluso para los profesionales de clase media, que nos toca pensarlo bien para donar siquiera trescientos mil pesos. Si comparamos lo que ellos se ganan anualmente, que puede estar para los tres principales grupos económicos (Santodomingo, Ardila Lule, Luís Carlos Sarmiento Angulo) en el orden de los tres mil millones de dólares, el porcentaje que donaron fue del 0.001%. Con toda seguridad, dicha donación será deducible de sus impuestos. El presidente Santos dice que donará un mes de su salario. Hagamos cuentas: Si de esos tres mil millones de dólares que se ganan los tres principales grupos económicos de Colombia, se donara un día de sus ganancias, el equivalente sería de casi nueve millones de dólares. Si la donación fuera sobre la ganancia de un mes, estaríamos hablando de 246 millones de dólares aproximadamente. Esa es la proporción. Vuelve y juega, saliendo a relucir la verdad soteriológica del evangelio. Lo que tenemos entonces es que la viuda pobre, es mucho más solidaria que la imagen evangélica del rico.
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