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Día Mundial de la Homeopatía. 10 de abril de 2020

10 Abr

Felipe Cárdenas Támara D. Hom, Ph.D

El médico alemán Samuel Hahnemann nace el 10 de abril de de 1755. Fundador de la Medicina homeopática. Esta fecha tiene una doble significación hoy. Por un lado, el mundo cristiano conmemora la crucifixión de Cristo, Dios-hombre, asesinado por amor y rechazado por el sanedrín judio. Por otro lado, estamos confinados en nuestras casas viviendo una cuarentena. De existir plenamente institucionalizada la homeopatía en el mundo otra sería la historia que estamos viviendo. Pero ya que vivimos un día histórico, su significado nos advierte sobre los importantes sentidos que coinciden en la vida de Hahnemann y Cristo. Bella coincidencia la de hoy: un Dios-Amor, asesinado y que conmemoramos este día; y un médico que de haber sido tomado en serio en sus descubrimientos y aportes, nos tendría viviendo otras condición existencial, sin duda más plena y sana de la que estamos experimentando en estos tiempos.

Cristo-Dios maestro sanador, rechazado por el mundo. Hahnemann, fundador de la homeopatía y rechazado por un estamento médico, y una clase dirigente, cuyos máximos representantes desde el odio, la ignorancia, la arrogancia y los prejuicios, sistemáticamente y de manera mafiosa han realizado por todos los medios, un ataque frontal hacia la homeopatía, ciencia particular cuya bases gnoseológicas sólo se pueden comprender desde los fundamentos de la física cuántica y los criterios contemporáneos de la medicina informacional.

El sabio Hahnemann le legó al mundo una medicina de la persona que se adelantó en trescientos años al conocimiento de las llamadas medicinas integrativas, medicinas de la persona y medicinas holísticas. La medicina homeopática tiene un largo historial de curación, existe en todos los países del mundo y millones de personas se han beneficiado de su potencial terapéutico.

Con el advenimiento de la poderosa industria farmacéutica a inicios del siglo XX y la implantación del enfoque bioquímico, de marcado acento cartesiano, la medicina homeopática viene siendo perseguida desde hace más de 100 años. La institucionalidad médica dominante, las Facultades de Medicina y las academias médicas han operado de manera mafiosa contra este enfoque médico que ha demostrado con millones de casos su potencial curativo. Potencial que se niegan a reconocer desde posiciones pseudocientíficas, que hoy nos tienen sometidos a los dictámenes totalitarios de una terapéutica que no ofrece grandes alternativas a las pandemias de la historia, las pandemias que vivimos y las que viviremos.

La actual situación mundial, sería muy diferente sí la homeopatía pudiera contar con espacios de formación y apoyos institucionales que hoy se le niegan, desde esquemas mentales enfermos que frenan cualquier desarrollo de ella como medicina de la persona al servicio de la sociedad, de los animales y de las plantas.

Por lo demás, nos llegan todos los días hoy, reportes de la contribución que médicos homeópatas a lo largo de todo el mundo, que vienen realizando en este momento tratamientos y curaciones de pacientes enfermos de Covid-19. Los registros se están haciendo y en todas partes del mundo, ya sabemos de miles de casos curados de Covid-19 por médicos homeópatas. Los medios de comunicación dominantes no hablan de ello ni hablarán. Ya sabemos que en su gran mayoría están al servicio de la colonización espiritual de los pueblos.

Hoy se celebra el nacimiento de Hahnemann y la muerte y crucifixión del Dios de la historia. Historia con paralelos, que nos recuerda, que el miedo, la arrogancia, la soberbia y el egoísmo humano están en la base de las taras que tanto Cristo-Dios, como Samuel Hahnemann buscaron curar y sanar. Hahnemman sistematizó científicamente lo que miles de pueblos y culturas de manera intuitiva y cultural tenían como base de la curación, la llamada Ley de los semejantes; concepción que detalla y describe unos de los grandes de la antropología, el antropólogo de gabinete Sir James Frazer en su obra La Rama Dorada. La llamada magia simpatética o de contagio, que establece que lo similar se cura por lo similar fue de manera magistral apropiada por Hahnemann. Este químico y científico, la sistematizó, la experimentó e inventó la experimentación pura con medicamentos provenientes de todos los reinos de la naturaleza, que cubren todos los campos fisiopatologicos que afectan a los seres vivos, y así le brindó a la humanidad, miles de remedios, y una efectiva terapéutica médica, con la cual, millones de personas se han curado de dolencias agudas y crónicas.

Les comparto el artículo que escribiera hace unos años sobre la historia de fábula y epopeya de la medicina homeopática en Colombia. Una historia que identifica que el más antiguo instituto científico en Colombia lo fundaron médicos homeópatas; una historia que registra a algunos de los curas y sacerdotes que la practicaron en las montañas de Colombia, aprendiéndola por correspondencia de la mano del Instituto Homeopático de Colombia, la más antigua institución científica reconocida por el Estado de Colombia, y cuya personería jurídica todavía está vigente. Eran los tiempos de una iglesia hospital, tal como la quería Jesús y los grandes Padres de la Iglesia. Una historia de humanismo pleno, de poetas como Rafael Pombo, admiradores de la homeopatía y en cuyos poemas muchas veces mencionaba y proclamaba sus prodigios. Una de las historias más bellas de la apertura al conocimiento de nuestros ancestros, cuyos fundamentos y epísteme se enfrenta hoy desde un aparente «pluralismo» cientificista a los más perversos agenciamientos de una modernidad que niega de manera paranoica en su institucionalidad dominante, el potencial curativo que tiene la homeopatía; y así al ignorar dicho potencial curativo, nos recluye y nos pone en manos del paradigma inmunológico donde cual mansos corderos aceptamos gozosos la detención domiciliaria preventiva, llevándonos a la adoración de las formas perversas que impulsa el dios Leviatán, señor del Estado. Los principios más profundos de la homeopatía, al estar en conexión con una ley de la naturaleza, no son bien vistos por los marcos ideológicos que sellan los modelos de vida impuestos por hiperconsumo del turbocapitalismo opulento al que nos enfrentamos inermes como ciudadanos cuyas identidades hoy las define la mascarilla sanitaria y el alejamiento social.

La historia de la homeopatía es la historia de las virtudes humanas de una ciencia particular que busca que cada uno de sus «pacientes» pueda vivir la vida a plenitud desde el marco propio de las circunstancias personales y históricas de vida y de la libertad de cada individuo.

Al igual que en todo el mundo, la homeopatía prestaba sus servicios desde hospitales, clínicas y boticas; era parte del patrimonio más querido de nuestro país y de la humanidad. Nos las han querido arrebatar, no para darnos una terapéutica que cure; por el contrario, la gran industria farmacéutica, como lo demuestran sendas investigaciones está intersasa en extender la vida del hombre, no pensando en su salud, sino en el negocio de tenernos comprando drogas que los enriquece a ellos y multiplica el poder de la plutocracia mundial, en una industria multimillonaria y asesina, cuyas muchas de sus vacunas, no curan pero si enferman.

Ya para terminar, recordar que en todas las pandemias de gripe el potencial terapéutico y curativo de la homeopatía siempre ha sido el más alto según los registros históricos y fuentes de archivo disponibles.

La historia de la homeopatía en Colombia, veáse en : https://hpathy.com/h…/homoeopathy-in-colombia-south-america/

La foto es del trabajo con habitantes de calle, en el dispensario homeopático, que se tuvo con medicina homeopática en la ciudad de Bogotá y manejado íntegramente desde la medicina homeopática.

Sínodo del Amazonas: lectura de un laico

3 Oct

El Nobel De Paz De Santos Y Los Engaños Del Nuevo Orden Mundial.

7 Oct

#NobelDePaz

@felipecardetama

 

La batalla de Colombia

7 Oct

visto en: http://statveritasblog.blogspot.com.co/2016/10/la-batalla-de-colombia.html

La batalla de Colombia

Por César Félix Sánchez Martínez

            A lo que ocurrió el domingo 2 de octubre en Colombia le quedan cortos los clichés de «hecho histórico» o «un antes y un después». No recuerdo ninguna otra elección donde los resultados de las encuestas oficiosas discrepasen tanto con el resultado final. Las encuestas aseguraban dos tercios de apoyo para el Sí. Por otro lado, de manera en algo semejante a los comicios previos al Brexit, el coro unánime de los medios de comunicación nacionales e internacionales apostó por el caballo equivocado, con excepción de un misterioso ramalazo de rechazo de último momento por parte de algunos espacios menores influidos por el lobby del exilio cubano, usualmente dentro de medios mainstream norteamericanos a favor del acuerdo.

                       

            Hemos explicado en un artículo anterior las muchas iniquidades del acuerdo de paz. La sorpresa, por tanto, es que los colombianos hayan podido darse cuenta de lo evidente, cosa que es bastante meritoria en un mundo signado por las presiones e intoxicaciones mediáticas (como nos consta en las últimas elecciones presidenciales nuestras), que tratan de empequeñecer espiritualmente a los pueblos con espantajos como el «prestigio internacional» y el «riesgo-país». Pero el pueblo colombiano ha demostrado su valía, incluso ante una lid bastante desigual.

           

            Santos, que había declarado días atrás que votar por el no significaba, no la posibilidad de una renegociación, sino la continuación irremediable de la guerra, ahora acaba de asegurar en mil idiomas que «respeta la decisión» y que la paz no se encuentra comprometida y sigue en camino, bajo nuevos términos de consenso nacional. Evidentemente no se puede esperar coherencia –gracias a Dios –en un personaje que declaró también que si perdía el acabaría renunciando. Timochenko ha asegurado prácticamente lo mismo. Parece que la noticia del inminente Apocalipsis que anunciaban es un poquito exagerada.

Lo más sorprendente de todo fue que no todos los días pierden juntos una misma elección las FARC, la izquierda internacional (bolivariana, bolchevique y posmoderna), ETA –que elogió el acuerdo y lo vio como un modelo –, la ONU, Obama, Vargas Llosa, Raúl Castro, PPK e incluso el papa Francisco –que llegó a declarar, con su usual vehemencia, que «Santos se jugaba entero por la paz», condicionando prácticamente su viaje –«para enseñarles la paz a los colombianos» – a la firma del acuerdo.

¿Qué unía a tan diversos personajes en el apoyo a esta causa? Pues parece que se desarrollaba una gran maniobra del ajedrez global. El atlanticismo, el núcleo duro del llamado Nuevo Orden Mundial, pretendía establecer un laboratorio hemisférico de un experimento geopolítico osado. Una «primavera colombiana», bajo medios inéditos pero con un fin semejante a las árabes. Como se sabe, el bloque bolivariano colapsa de manera irremediable. Cuba, eternamente colonial, lo sabe, y ha empezado a escuchar los cantos de sirena de Obama, ante los buenos oficios de Francisco (muy curiosamente las relaciones fueron restablecidas el día de cumpleaños del Sumo Pontífice). Parece ser, entonces, que Rusia –el gran enemigo del atlanticismo – se queda sin cabezas de playa en el hemisferio de Estados Unidos. Las ganancias de Rusia en otros lugares del mundo –la pervivencia de El Assad, el relativo appeasement de Erdogan (una relativa compensación por la relativa deriva hacia «el Imperio» de Raúl Castro) – debían resarcirse con una pérdida en Sudamérica. Diseñar controladamente una Colombia progresista, gobernada por una izquierda al estilo Democratic Party –moderadamente controlista en la economía, radical en la reingeniería social anticristiana y en la demagogia mediática populista – serviría a la perfección para los intereses de Estados Unidos: crear y controlar una nueva izquierda latinoamericana postbolivariana, dejarla que caotice y fragmente el patio trasero, pero reconducirla al campo sutil de la dominación geopolítica, sin que Rusia pudiese ya contar con sus viejos amigos hemisféricos, reciclados por el enemigo, y, por tanto, sin facilidades para restablecer sus cabezas de playa. Este copamiento de las izquierdas latinoamericanas por parte de EEUU era un proceso que venía desde hace mucho, bajo el paraguas de USAID y el National Democratic Institute, y a través, también, de la transformación, bastante rociada de dinero, de los bolcheviques sudamericanos en «ideólogos de género» y «defensores de los derechos sexuales».

 Sin embargo, la maniobra arreció especialmente en el 2013, luego del estancamiento de la «primavera árabe». Allí se pudo ver cómo, por obra de mágicas consignas, algunas figuras se convirtieron de rábidos antibolivarianos en figuras dialogantes y empáticas con los caudillos populistas latinoamericanos, quizá en busca de conducirlos a los pastos más verdes de Washington D. C. El ejemplo más característico es el del cardenal Bergoglio, enemigo de los Kirchner y de su corte de los milagros (Bonafini et al.) y luego como, Francisco, su entusiasta y hospitalario amigo. Tanto los primeros  informes del cónclave –donde se filtró el entusiasmo del gran elector norteamericano Dolan por la candidatura del argentino –, el hecho de que su semblanza, cuando fue proclamado hombre del año por Time, estuviese a cargo de Obama, la filtración de correos hackeados a George Soros (próceratlanticista y pionero del copamiento de las izquierdas) que revelaban su apoyo económico  a la visita del Papa a EEUU y la inusual ira del Pontífice ante la figura de Trump y las recientes maniobras militares ruso-sirias en Alepo,hablan claramente de cuál es la filiación verdadera de Francisco.

 El esperado golpe de popularidad que tendría Santos con el acuerdo de paz –y el posible Premio Nobel- , las loas de dignatarios y la visita del Papa en un país todavía visceralmente católico servirían para una transmisión controlada del poder (casi semejante a su entronización de hace algunos años por parte de Uribe) y quizá un cogobierno con la izquierda, con el apoyo tímido –para no escandalizar – de la flamante bancada de las FARC. En verdad, una nueva Colombia estaba en ciernes, cuyo modelo sería fácilmente exportable a una nueva Venezuela.

Sin embargo, no contaban con los imponderables del sufragio universal. Los corifeos del Nuevo Orden Mundial manejan con maestría el llamado «arte real», el arte de manipular sutilmente las conciencias y las acciones, enseñado desde antiguo en las logias. Los grandes medios de comunicación y los intelectuales y artistas dóciles –incluso y especialmente dóciles en su aparente rebeldía e iconoclastia – son los instrumentos privilegiados para esta «fabricación del consenso», en palabras de Noam Chomsky. El único problema es que la gente ya no les cree. En Europa, la gota que derramó el vaso fue el sistemático y grotesco engaño respecto de la crisis de los seudorefugiados, último gran favor turco al atlanticismo, y al escamoteo de sus consecuencias delincuenciales. ElBrexit, el crecimiento de Trump, el auge del Partido de la Libertad austríaco y este referéndum demuestran que su capacidad de manipulación ya no es omnímoda, como hace quince años.

El Nuevo Orden Mundial, organizado en torno al complejo industrial y militar norteamericano y el poder financiero británico –atlanticismo-, difundido por la ONU y sus organismos y dirigido espiritualmente por cierta «sociedad de pensamiento» cosmopolita de viejísimos orígenes hebraicos, tiene como objetivo acelerar el camino a una ecumene materialista antropocéntrica (el hombre como Dios para el hombre, anunciado por Francis Bacon) y a un gobierno mundial, sutilísimo, primero, y luego abierto. Es una versión más, quizás la más peligrosa, de la perenne revolución anticristiana. Versiones más antiguas o limitadas de esta, quizá incluso surgidas del N. O. M en sus épocas primigenias, son ahora viejos escollos para su marcha desesperada, a infiltrar y transbordar o a destruir.[1] Por alguna razón que sus fautores mismos no alcanzan a explicar, el N.O.M presiente que se le acaba el tiempo.

¿Qué hará, entonces, ahora, en que el triunfo se le escurrió de las manos en Colombia, en la misma Colombia, donde Estados Unidos arraigó desde hace bastante tiempo una influencia inmensa en el ámbito de la inteligencia estratégica? En primer lugar, no perder la calma y reactivar y estimular a sus aliados olvidados en la derecha liberal colombiana y latinoamericana. En segundo lugar, retroceder tácticamente y luego afianzar una ofensiva, quizá esta vez con intentos de desestabilización de sus enemigos más intensos y directos en otros frentes. Este retiro táctico también significará el abandono de sus empleados y aliados en los que invirtió y que se han demostrado más inútiles de lo esperado. Es en ese sentido que, en un artículo reciente, Antonio Socci habla del pánico de Francisco por una posible derrota demócrata. Muy probablemente, el Departamento de Estado le baje el dedo y el episcopado norteamericano –el de la Costa Este, que es el que parte el pastel – le retire sus apoyos, lo que dejará al pontífice argentino en las manos ávidas de venganza de las partes todavía no desarticuladas del Episcopado italiano y de los restos de la Curia. Quizá le espere a la Sede Romana una fase de anarquización que hará palidecer a la behetría actual en la que está envuelta.

¿Qué le queda, por su parte a Rusia?  Quizá ya ha llegado la hora de darse cuenta de que el arquetipo del revolucionario latinoamericano –pequeñoburgués e inorgánico – no significa más una alternativa viable y estable para sus intereses. Quién sabe si no está en ciernes la aparición de una opción hispanoamericana auténticamente popular, cristiana y patriótica, que sirva como una suerte de palo en la rueda del mundialismo en el hemisferio. Y quizá esta reacción pueda comenzar en Colombia, que parece, en estos días, haber sido tocada especialmente por la Providencia.

 

[1] Uno de estos casos es el del sionismo conservador, junto con su brazo colonial, el Republican Party, que parecen estar a punto de ser descartados

 

La noción de experiencia de orden

10 Mar